En el contexto actual de Chile, enfrentamos el desafío de cómo abordar de manera efectiva la rehabilitación de jóvenes infractores de ley con consumo problemático de drogas. Estos adolescentes suelen provenir de entornos de vulnerabilidad, marcados por la pobreza, la violencia, la desintegración familiar y la exclusión social. En este escenario, el deporte se presenta no solo como una actividad recreativa, sino como una herramienta transformadora con un potencial inmenso para generar un impacto positivo en sus vidas.
El consumo problemático de drogas en adolescentes está vinculado a la búsqueda de identidad, la presión social y la necesidad de pertenencia, factores que también inciden en las infracciones a la ley. En este sentido, el deporte puede ofrecer una alternativa de reintegración social que canalice las energías de los jóvenes hacia actividades constructivas, alejándolos de contextos nocivos. Es una vía para inculcar valores fundamentales, como la disciplina, el respeto por las normas, la cooperación y el trabajo en equipo, elementos que a menudo faltan en sus vidas cotidianas.
El deporte como vehículo de transformación.
Diversos estudios internacionales, como los promovidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), han demostrado que el deporte puede funcionar como un factor protector en jóvenes en situación de riesgo, incluyendo aquellos con problemas de consumo de drogas. El deporte no solo contribuye al bienestar físico, sino que también es fundamental para la salud mental, un área frecuentemente descuidada en los programas de rehabilitación tradicionales.
La participación en actividades deportivas ofrece a los adolescentes una estructura clara y constante, ayudando a mitigar la ansiedad y la depresión, que a menudo están presentes en quienes tienen problemas de adicción. Además, a través del deporte, los jóvenes pueden experimentar una sensación de logro y éxito personal, mejorando su autoestima y fortaleciendo su sentido de pertenencia a un grupo social que no está vinculado al delito ni al consumo de sustancias.
Pero el deporte también cumple otra función vital: reconstruir vínculos sociales. En muchos casos, los adolescentes que han infringido la ley o desarrollado adicciones se encuentran marginados de sus comunidades, desconectados de redes de apoyo saludables. El deporte, al ser una actividad de participación grupal, promueve el desarrollo de habilidades sociales, y lo que es más importante, brinda a los jóvenes un espacio seguro para interactuar con sus pares y figuras adultas positivas, como entrenadores y mentores.

Desafíos en la implementación
A pesar de los beneficios claros, en Chile no siempre se le da al deporte el lugar central que debería ocupar en los programas de rehabilitación para jóvenes infractores de ley con consumo problemático de drogas. En muchos centros de tratamiento, las actividades deportivas son vistas como secundarias, o no cuentan con el financiamiento y el personal capacitado para ser efectivas.
El Estado y las organizaciones no gubernamentales tienen la oportunidad y la responsabilidad de incorporar el deporte como un pilar estratégico en las intervenciones con estos adolescentes. Es necesario crear infraestructuras adecuadas, programas deportivos inclusivos y promover la formación de entrenadores especializados en trabajar con jóvenes en situación de riesgo. Además, las políticas públicas deben articularse para que el deporte sea visto como una herramienta terapéutica, integrando a profesionales de la salud mental y educadores que puedan potenciar su impacto en la rehabilitación.
Un enfoque integral
El deporte, sin embargo, no debe ser entendido como una solución única o mágica. Para que su impacto sea realmente efectivo, debe formar parte de un enfoque integral que aborde las diversas dimensiones del problema: desde la educación, la salud mental y el entorno familiar, hasta la reinserción laboral de estos jóvenes. Debe ser parte de un engranaje más amplio en el que las políticas públicas y las comunidades trabajen juntas para ofrecer alternativas reales y sostenibles a quienes más lo necesitan.
En conclusión, el deporte tiene el poder de transformar vidas, y su importancia en el tratamiento de jóvenes infractores de ley con consumo problemático de drogas en Chile no puede subestimarse. Proporciona un espacio para que estos adolescentes desarrollen habilidades que les permitan reconstruir sus identidades, lejos del estigma del delito y la adicción. Es hora de que, como sociedad, le demos al deporte el lugar que merece en las políticas de rehabilitación, y con ello, ofrezcamos a estos jóvenes la oportunidad de redescubrirse y forjar un futuro que no esté definido por su pasado.